Comentario
Las ciudades construidas para la minoría religiosa, según la calificación de Benevolo, son pequeños burgos fortificados, algunas como Pfalzburg (1560) o Lixheim (1608), con los pertinentes criterios regularizadores, son simplemente eso. En cambio, Freundstat, construida en la Selva Negra a partir de 1599 para el asentamiento de protestantes prófugos de Francia, es una experiencia de mucho más alcance, que asume la tradición de la ciudad humanística. Aquí, desde los planteamientos sobre el papel, la importancia conferida a la función residencial prima sobre los ideales de fortificación.
El arquitecto suabo Heinrich Schickhardt (1558-1634) fue el encargado de los diseños y planificación de la ciudad. Hombre culto y conocedor a fondo de la cultura humanística, viajó por la Alsacia e Italia, dejándonos una serie de interesantísimas opiniones en su "Diario" (publicado en 1598) y en la descripción de su periplo italiano (publicado en 1602 y 1609), auténtico pionero de los posteriores libros de viaje alemanes.
Freundstat, interesantísimo ejemplo de experimentalismo urbano, fue trazada a conciencia por Schickhardt, realizando dos proyectos para la ciudad, ambos de perímetro cuadrangular, gran plaza central de igual forma y distribución regularizada en torno a ésta de las viviendas y red viaria. Según nos relata el propio arquitecto, en el primer proyecto la plaza quedaba expedita, el castillo impuesto por el comitente -el entonces elector palatino de Württenberg- se situaba en un ángulo y había previsto para cada casa, que formaban manzanas, un patio y un pequeño jardín; la iglesia estaba convenientemente situada en el área de una manzana no construida. En el segundo y definitivo proyecto, el castillo, que finalmente no sería construido, se situaba en el centro de la plaza, en torno a la que se disponían las casas formando alineaciones, en la primera de las cuales quedaba incorporada la iglesia. Del organismo urbano proyectado por Schickhardt, subsisten unas pocas hileras de casas trazadas a escuadra, distribuidas alrededor de la enorme explanada central.
Con todo, lo más importante de Freundstat, a nuestro juicio, es que supone la puesta en práctica de las ideas de Durero acerca de la ciudad ideal que, junto a técnicas de fortificación, había publicado en 1527. Resulta significativo, por un lado, que un ideario clasicista como el del pintor y tratadista alemán, tenga su concreción casi un siglo después, y, por otro lado, que una propuesta configurada como una verdadera utopía positiva, sólo adquiera una realidad concreta en un lugar apartado como la Selva Negra y como marco vital de una comunidad marginada.
La posible inspiración de la ciudad de Durero en las descripciones y reproducciones de Tenochtitlán, publicadas en Nüremberg en 1524, y las hipotéticas relaciones de Freundstat con la Christianópolis de Andreae (publicada en 1619), a quien Schickhardt pudo conocer antes de 1599 durante su viaje por la Alsacia, nos dejan entrever una vez más, como señala Benevolo, la complejidad y el alcance de los debates arquitectónico-urbanísticos del siglo XVI.
En más de una ocasión hasta ahora, nos hemos referido a los grabados, su difusión y condición de modelos. Este es el caso del arco de triunfo de Maximiliano I que, en 1513, realizara Durero. Todas las connotaciones ideológicas de la nueva cultura renacentista se unen a su valor como propuesta plástica a seguir, válida para estas estructuras efímeras y su prolongación urbanística. Como obra elaborada en el círculo humanístico que rodea a este emperador, su primera gran consecuencia habría que buscarla en la corte de Malinas, donde su hija Margarita de Austria, regente de los Países Bajos entre 1507 y 1530, propiciará un entorno humanístico semejante, en el que es educado el futuro Carlos V.